Debate3en Antropología del diseño ¨Unas gafas no solo son unas gafas¨

  1. Juan Jiménez Quintana says:

    Hola Claudette, tu aportación me ha parecido muy interesante. Aunque a fecha de hoy no necesito gafas para ver, me he sentido muy identificado con tu exposición del tema. En mi casa toda mi familia usaba gafas, por lo que era un objeto cotidiano en mi día a día. En mi caso era algo especial, porque no las necesitaba para ver pero la luz solar me molestaba mucho y, desde pequeño, he tenido que usar siempre gafas de sol. Si, como bien dices, el uso de las gafas era motivo de burla, puedes imaginar a un niño de 6 años con gafas de sol… Pero, aunque a veces me provocaba tristeza, no me importaba porque era un objeto que solucionaba mi problema; para mí era mi «tesoro».

    Con el paso del tiempo, fui observando que las gafas de sol se empezaron a poner de moda y que, poco a poco, todos mis amigos empezaban a presumir de su uso. A partir de ese momento, empecé a sentirme mejor y a entender que lo que hoy puede parecer malo, mañana está de moda.

    Es cierto que es un objeto simple, pero ayuda mucho a las personas que tienen problemas de visión. Aunque a veces resulte molesto su uso, hace que el día a día de muchos usuarios resulte positivo y que los problemas de visión no resulten ser un impedimento para desarrollarse como personas.

    Gracias por visibilizar, nunca mejor dicho, el uso de las gafas, que tan importante resulta para las personas que las necesitamos.

    Saludos.

  2. Mariem says:

    ¡Hola Claudette!

    Te entiendo en cuanto al uso de las gafas. Comencé con mi miopía cuando tenía 12 años: mi primer comentario fue literalmente «no sabía que se suponía que tenía que ver de esta forma». Y es que yo llevaba ya un año quejándome de que no veía la pizarra en clase, pero mi padre no pensó que fuese aquello, sino que era una excusa por no prestar atención o apuntar los ejercicios mal. Al final, como era de esperarse, acabé con gafas.

    He de admitir que desde ese momento fueron mi pequeño salvavidas y las cuidaba mucho. Recuerdo que cuando «rompí» mis gafas (se me cayeron al suelo porque eran un poco grandes para mí y un amigo mío las pisó sin querer, pero solo se desfiguraron y al ser de pasta pude arreglarlas) lo pasé fatal. De verlo todo pasé a no ver nada.

    Actualmente mis gafas son para mí como un Clark Kent: voy con ellas a todos lados (obviamente, sino, no veo nada, ya que me has subido con el paso de los años) y solo me las quito si estoy nerviosa por alguna presentación. Soy una persona muy tímida, y el quitarme las gafas y ver a las personas borrosas me ayuda a poder mirarles a la cara sin sentirme intimidada por su mirada, ya que sin quererlo, aparto la vista para hablar con otros.

    Y ni hablar de cuando me compré las gafas de sol ¡Las uso más que mis gafas normales! En mi casa intento no llevar siempre mis gafas, para que mis ojos se relajen un poco, pero al salir de casa las de sol son las que siempre uso, por lo que mis amigos están más acostumbrados a ellas que a las normales.

    ¡Un saludo!

    MMC

    mmc228@uoc.edu

  3. Francisco Javier Alonso Torralba says:

    ¡Hola Claudette!

    Me identifico contigo, ya que he tenido que usarlas la mayor parte de mi vida. Empecé usándolas a diario, y en todo momento. Con el tiempo las he podido apartar, y solo utilizarlas para ciertas actividades. Y coincido en tu exposición de como el diseño las ha ido variando con el paso del tiempo, influyendo en la percepción que tiene la sociedad de ellas, y de quien las usa. El diseño las ha convertido en un complemento de moda, un accesorio, que trasmite la imagen de la persona que las lleva. Por tanto se entrelaza el diseño con la antropología. Ya que un cambio en la percepción que tiene la sociedad de las gafas, lleva consigo un cambio en el diseño de las mismas.

    Un saludo